El prodigioso que parecía extraído de alguna película hacía un cambio de frente de 40 metros y ponía la pelota a dos centímetros del jugador receptor, que corría en el trayecto solitario adivinado por aquel eximio lanzador, y sufría una infracción para el tiro libre. Entonces aquel al que llaman ´el maestro´ pide su pelota y la gente grita el gol anticipado, ante el estupor de un arquero que no logra moverse en aquel disparo aún anunciado.
A renglón seguido se asocia con unos compadres y al ritmo de un toque mágico y en apariencia burlesco le propinan 5 goles a Los Santos casi sin respetar sus vestiduras , consiguiendo aplausos de la tribuna rival ante la impávida mirada del árbitro y la sonrisa cómplice del ángel que lo acompaña siempre en su vida.
Sabía de su talento y estaba seguro, sabía de triunfos pero aún obteniéndolos , se desvivía para que todos los espectadores del estadio, siempre vean la mejor función.
No habrá videos y se alimentará aun más la leyenda, no hubo viajes a New York ni a la casa del Madrid para poder conocer sus extraordinarias condiciones.
Con pocas fotos, y cada año menos testigos se convirtió por su calidad en integrante del equipo de ensueños que sigue jugando en la imaginación de los fanáticos del fútbol.
Por Carlos E. Guzzo