Un niño que sueña, se ilusiona con dar la vuelta, que escucha la oral deportiva en la Noblex de su padre, esperando las noticias de un viejo campeón. Es el mismo niño, que se baja de un deteriorado trole, que dice Parque en su cartel superior, y que traslada los domingos, la ilusión de muchos pitucos, de salir campeón.
Ese niño que espera el fin de semana ansioso, que llora por caminar en calle Lencinas al oeste, y sonríe cuando se observa sentado, sobre el suplemento deportivo del diario del día de hoy, en el caliente cemento elevado, de la casa de su gran amor.
Es un niño que creció escuchando frases como “antes éramos mejores, somos grandes, un gigante se durmió”. Y el pibe sigue imaginando, soñando que lo quiere ver campeón.
Es un chico que pregunta, hacia qué arco patea el cuadro de su corazón. Claro, este niño aún no entiende todo lo que implica esta bella pasión. Eso sí, el pequeño ya lo decidió, cuáles son los colores que tiene su corazón. No tiene forma de ver las cosas que no sean blanco y negro como la camiseta que alguien ya le regaló. Él ya sabe que siempre quiere estar, en persona por Lencinas con su padre subirán, o por radio en la oreja, de la mano lo escucharán.
Ese niño ya creció, en un hombre se convirtió. No obstante su pasión es la misma, capaz de hacerlo lagrimear ante un gol de tonada cordobesa, que a todo un estadio enmudeció.
Este hombre ya no tiene sentimientos de niño en su interior, los comparte con su viejo que fue quien lo llevó, en sus brazos, pidiendo en la ventanilla del Víctor, una de caballeros y una de menor por favor.
Este hombre hoy camina por Lencinas junto a la mujer de su vida, que cobijó en su vientre dos retoños con la misma pasión. Dos retoños de corazón blanquinegro, como el viejo que lo llevó de la mano, al encuentro de este futbolero amor.
Es así mis queridos babosos, ese niño que lloraba por caminar por Lencinas, acompañado por esa canción “dale Loo dale Loo”, hoy lo hace junto a sus hijos, la mujer de su vida y a ese viejo que le enseñó de esta bella pasión.
Leandro Fabián Silvestre (un simple hincha del Lobo)